Moreno, callado, al principio ni le vi.
Sus ojos, dorados, me hicieron sonreír.
Qué poco sabía yo de la alegría hasta que te conocí.
Miradas, sonrisas, surgió una amistad.
Pero mi interior mi alma grita que necesita más.
Con voz temblorosa le confesé lo que había en mí.
Qué poco sabía yo de la expectación hasta que te conocí.
Y todo ocurrió, simple y real.
Sus ojos dorados me hicieron callar,
y sus labios dijeron "Anda, ven aquí".
Qué poco sabía yo del amor hasta que te conocí.
Fue un delirio, una canción sin final,
ese tipo de cosas que te hacen suspirar.
Viví un sueño, mi cuento de hadas viví.
Qué poco sabía yo de la felicidad hasta que te conocí.
Todo fue perfecto, cantábamos de la mano,
mis ojos buscaban sus ojos dorados.
Pero llegó la despedida, y con ella yo morí.
Qué poco sabía yo del dolor hasta que te conocí.
Llamadas cada día, estábamos desolados.
Mis ojos ya no encontraban los suyos dorados.
Y nada se pudo hacer con lo que escribo aquí.
Qué poco sabía yo del vacío hasta que te conocí.
Pero esto me ayudó a crecer, me hizo más fuerte.
Ahora salgo de las luchas del alma indemne.
Y nuestra amistad está ahí, de lado a lado del país.
Qué poco sabía yo de la vida hasta que te conocí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario